La Folía en San Vicente de la Barquera

La Folía en San Vicente de la Barquera

La Folía es un festejo declarado de Interés Turístico Nacional que se celebra en fecha variable, siempre en el primer domingo después de la Semana Santa en el que coincida una buena marea del mar a media tarde para poder desarrollar la procesión marítima que es el acto más vistoso y colorista de la fiesta.

La Folía es una fiesta eminentemente marinera y de un origen remoto y desconocido, tan remoto y desconocido como la leyenda según la cual se dice que la imagen de la Virgen de la Barquera, patrona de San Vicente de la Barquera, llegó a San Vicente de la Barquera un lejano “Martes de Pascua Florido”, a bordo de una pequeña embarcación sin tripulación, sin velas, ni remos, la cual se fue a parar en una pequeña cueva situada en una zona de la bahía, junto a la cual se levanta su Santuario, del que ya existen referencias escritas del siglo XIII, aunque el edificio actual data del siglo XV.

En recuerdo de estos hechos se celebra este festejo, el cual cuenta con un ciclo religioso que se inicia en la noche del Sábado Santo en la que la imagen de la Virgen de la Barquera es trasladada desde su Santuario hasta la Capilla del Convento de las Hermanas de Cristo Rey en la que se conoce como “Procesión de Las Antorchas” y en la mañana siguiente es llevada a la Iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles en la procesión del Santo encuentro.

En este templo permanecerá la imagen de la Virgen de la Barquera hasta la celebración de la fiesta de La Folía en la que finaliza el ciclo llevando nuevamente a la Virgen hasta su santuario de La Barquera.

La Folía es el día grande de la fiesta en la que el acto central es la procesión marítimo-terrestre en la que la imagen de la patrona barquereña será llevada a través de las empinadas calles del conjunto histórico hasta el muelle del puerto viejo. Poco antes de llegar a este punto se realiza uno de los actos principales con la actuación de los típicos picayos de San Vicente. Los picayos lo forman un grupo de hombres vestidos de marineros que llevan a la imagen de la Virgen y un grupo de mujeres, también vestidas de marineras, que son las que la cantan viejas melodías al toque de la pandereta a la vez que realicen un baile muy reverencial. No existen datos de estos picayos aunque se consideran muy antiguos tanto por el tipo de las melodías como por el ritmo. Ya en la crónica que hace Laurent Vital en el primer viaje del emperador Carlos V a España hace una bella y amplia descripción de los picayos de San Vicente.

Tras esta actuación la imagen de la Virgen es embarcada en un pesquero iniciándose así la procesión marítima en la que participan todas las embarcaciones del puerto engalanadas para la ocasión y repletas de romeros que hacen sonar sus sirenas en señal de alegría. De regreso la imagen de la Virgen es desembarcada en el muelle nuevo. Desde allí nuevamente en procesión terrestre es llevada hasta su santuario en donde vuelven a actuar los picayos.